Esperando a Mills

Esperando a Mills

Recordamos la vida y el trabajo notable del sociólogo estadounidense quien a pesar de la fatiga de la Oficina Federal de Investigación se quedó muy dedicado a la revolución Cubana.

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“Yo estoy a favor de la Revolución Cubana. Eso no me preocupa, me preocupo por ella y con ella.”

Listen Yankee: The Revolution in Cuba

El 20 de marzo de 1962, en su casa de New York, a los 45 años de edad, C. Wright Mills sufrió un ataque cardíaco. Quince meses atrás se lo habían advertido los médicos: el próximo infarto sería el final. Y así fue. Se detenía de un golpe una vida intensa, creadora y noble. Continuaría palpitando, sin embargo, en una nueva generación que en él había encontrado ejemplo insuperable.

Había publicado media docena de libros indispensables para comprender la sociedad norteamericana contemporánea. The New Men of Power. America Labor Leaders (1948), White Collar: The American Middle Classes (1951), The Power Elite (1956), The Causes of World War Three (1958), The Sociological Imagination (1959) y otros ensayos y artículos, en medio del macartismo y la Guerra fría, descifraban la naturaleza real del capitalismo desde una perspectiva crítica independiente, original y lúcida que contribuiría al surgimiento de una “nueva izquierda”.

Si bien era ya un autor reconocido entre profesores y estudiantes, un texto suyo aparecido en 1960 le daría una sorprendente notoriedad empujándolo a un debate que lo envolvería hasta aquel marzo triste. Era un texto sobre Cuba.

A la Isla había venido Mills en el verano de 1960. Quería estudiar a la Revolución cubana y para ello, antes de emprender el viaje leyó cuanto pudo sobre el tema, anotó sus interrogantes y dudas, se preparó intensamente. Aquí conversó largas horas, y en varias ocasiones, con Fidel y con el Che, habló con cuanto cubano encontró, ávido por comprender la realidad de este país y su naciente Revolución.

De regreso a New York trabajó febrilmente, día y noche, durante seis semanas. Listen Yankee: the Revolution in Cuba (Escucha Yankee: la Revolución en Cuba) apareció en noviembre. Sin grandes pretensiones académicas, escrito como si lo fuera por un imaginario y anónimo revolucionario cubano, con lenguaje sencillo y directo que buscaba llegar al norteamericano común era un ejemplo de literatura urgente extraordinariamente valioso. Sus sucesivas ediciones lo convirtieron rápidamente en un fenómeno editorial de masas.

Pero no sólo lo leyeron centenares de miles de lectores. De hecho quienes primero lo hicieron fueron los analistas del FBI ya que esta Agencia obtuvo el manuscrito antes de su impresión. Anticipando el impacto que habría de tener, el FBI trató infructuosamente de que el editor, Ian Ballantine, publicase también una visión negativa sobre la Revolución redactada por otro autor.

Mills recibió numerosos mensajes de apoyo y simpatía por su libro. También le llegaron críticas, insultos y amenazas. Según el propio FBI a pocos días de la aparición de Listen Yankee alguien le envió una carta anónima advirtiéndole que “un agente estadounidense disfrazado de suramericano lo asesinaría en su próxima visita a Cuba”. En su informe de noviembre 29 el FBI apuntaba que “”Mills indicó que él no se sorprendería si esto fuera verdad, ya que no duda que el Buró Federal de Investigaciones y otras organizaciones similares de Estados Unidos no aprueban sus actividades. Mills ha estado haciendo averiguaciones en relación a la compra de un arma para su autoprotección.” Significativamente el párrafo que sigue inmediatamente al aquí citado fue tachado por el FBI y permanece secreto.

Sus amigos recuerdan que Mills estaba preocupado no sólo por él sino también por su familia y que efectivamente había adquirido una pistola que conservaba incluso junto a su cama mientras dormía.

Esto sucedía mientras Mills se preparaba para un debate televisivo de una hora con Adolphe A. Berle Jr. por la cadena NBC, ante una audiencia de unos 20 millones de personas, que tendría lugar el sábado 10 de diciembre. A la preparación había dedicado largas jornadas estudiando la política de Estados Unidos hacia América Latina acumulando suficiente material como para escribir otro libro.

En vísperas del muy publicitado programa sufrió un infarto severo. Estuvo cuatro días en coma y dos semanas hospitalizado hasta que el decidió volver a casa. Los médicos le instaron a evitar el stress. Su respuesta: “Eso es como decirme a mi que evite comer y respirar”. Los cardiogramas indicaban que ya antes, posiblemente en 1956 ó 1957, había sufrido otro ataque.

Mientras Mills iniciaba su largo proceso de recuperación la mafia batistiana de Miami presentó una acusación contra él y los editores de Listen Yankee, por supuesta “difamación”, reclamando una suma que el FBI calculaba en 25 millones de dólares. La propia Agencia admite cómo el gobierno de Estados Unidos obstaculizó las gestiones que para defenderse trataron de hacer los “acusados”.

Desde Cuba seguían con ansiedad la dura y solitaria batalla que él libraba. En una carta a Ralph Miliband el 25 de enero de 1961, Mills escribía: “Fidel se mantiene enviando cables invitándome a descansar y recuperarme en Cuba, y mi amigo Vallejo … un médico realmente capaz, así como jefe del INRA [Instituto Nacional de la Reforma Agraria] en Oriente, dice que solo pisar la isla me curará ¡y que tiene de todas formas algunas cosas que discutir!”.

Esta carta es un importante documento que revela el fondo de la personalidad admirable de Mills. Describiendo su situación de salud señaló: “Yo nunca voy a ser una estrella de atletismo; probablemente nunca entraré en ninguna acción revolucionaria en las montañas de nadie, pero con un poco de cuidado, en la parte física, no quedaría muy discapacitado. Pero por supuesto, eso es solo medicina, que se trata acerca de vivir y morir, no acerca de cómo uno podría vivir, o incluso debe vivir. Eso está mucho más allá de la medicina y bien dentro de nuestra propia moralidad”.

“Lo que nosotros no sabemos aún es que cantidad de tensión intelectual y moral yo puedo soportar sin que el tonto corazón se ponche de nuevo… un punto que me preocupa grandemente: temo que llegará una época muy mala en mi país para las personas que piensan como yo lo hago… Lo que me preocupa es si el maldito corazón le hará frente o no a lo que entonces deberá hacerse”.

En la misma carta Mills daba cuenta de los problemas financieros que le acarreaba su enfermedad. “Por supuesto yo no estoy impartiendo clases esta primavera y todavía no sé si Columbia me pagará o no mi salario este semestre. No tengo certificado de “hospitalización”, ni seguro de ese tipo (lo que de todas formas es un jaleo) y mi primera semana (imagínate, en un hospital local suburbano) cuesta 1100 dólares… eso solamente el hospital, sin contar los médicos ni la cirugía”.

C. Wright Mills pagó un alto precio por su apasionado amor a la verdad. Listen Yankee fue para él “un libro fundamental” que le sirvió para combatir la “ambigüedad moral” y la “cobardía” que dominaban los círculos intelectuales norteamericanos.

A casi medio siglo su mensaje principal no sólo mantiene plena vigencia sino que cada vez más es reivindicado por los hechos. Mucho ha cambiado el mundo desde 1960. Sucumbió la URSS y el llamado “socialismo real”. El capitalismo neoliberal se proyectó sobre todo el planeta, pero su dominio es desafiado de modo creciente por los pueblos de América Latina y otras partes.

Desde que Mills nos visitara, Cuba ha seguido una trayectoria dramática en la que no faltaron éxitos y reveses, tuvo que resistir heroicamente, sola y abandonada, años muy duros y difíciles cuando desapareció la URSS y Estados Unidos intensificó su agresión económica y política y hoy se empeña en perfeccionar un proyecto socialista autóctono afincado en su propia experiencia histórica y con la activa participación popular. Los movimientos sociales están transformando a América Latina donde nuevas formas del socialismo, diverso, multicolor, son llevadas a la práctica en varios países.

La profética visión de Mills se va convirtiendo en realidad. Efectivamente ahora tenemos muchas cosas que conversar. Seguimos esperándolo.

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