Adiós ALEC

Adiós ALEC

La mejor manera de revertir el daño causado por ALEC es remplazar las leyes de supresión de votantes por otras que alienten la participación general, quitando el poder a los operadores de estas organizaciones para volver a depositarlo en las manos del pueblo.

Copy Link
Facebook
X (Twitter)
Bluesky
Pocket
Email

Durante casi 40 años, el Consejo Norteamericano de Intercambio Legislativo (ALEC es su sigla en inglés) realizó la paciente y sigilosa tarea de armar conexiones entre empresarios y legisladores conservadores. Pero desde que el año pasado los secretos de esta organización comenzaron a filtrarse a la prensa, algunos de sus miembros han comenzado a sentir el tipo de atención y antipatía pública que pone muy incómodos a CEOs e inversores.

Algunos de estos socios corporativos, como Pepsi, optaron por hacer mutis por el foro en silencio. Otros, como la Urban League, NAACP, People for the American Way y Common Cause pusieron el grito en el cielo cuando supieron que ALEC estaba impulsando proyectos de ley para hacer más estrictos los requisitos de identificación de votantes, así como otras iniciativas igualmente diseñadas para limitar la participación ciudadana en las urnas.

El éxodo realmente comenzó cuando las repercusiones por la muerte de Trayvon Martin pusieron en primer plano las llamadas “leyes de defensa propia” (stand your ground laws, en inglés). Una coalición liderada, entre otros, por Color of Change y el Center for Media and Democracy, logró convencer a Coca-Cola, Kraft Foods, Intuit y la Fundación Bill y Melinda Gates de que renunciaran a su membrecía.

La campaña funcionó. El 17 de abril último, ALEC anunció el cierre de su oficina de Seguridad Pública y Elecciones, responsable de un sinnúmero de proyectos de ley de gatillo fácil, reglamentación de identidad de votantes, privatización de cárceles y medidas anti-inmigratorias.  Este, sin duda, es un paso importante. Apenas un año atrás, la mayoría de los estadounidenses ni siquiera había oído hablar de ALEC. Gracias a la filtración de sus documentos al Center for Media and Democracy y The Nation y a la campaña digital llevada a cabo durante las últimas semanas —que hizo decir al director de asuntos externos de la organización que ésta estaba siendo “asesinada” en las redes sociales—, ALEC ha dejado de ser un misterio.

La institución, por cierto, sobrevivirá, gracias sobre todo a las millonarias contribuciones de los riquísimos hermanos Koch y sus amigos empresarios. Los activistas deben mantener la presión sobre ellos, pero su principal blanco deben ser los más de dos mil legisladores socios de ALEC: ellos son los verdaderos culpables; el Center for Media and Democracy ha publicado una lista con sus nombres en el sitio web ALECexposed.org. Al mismo tiempo, el Progressive Change Campaign Committee está presionando a los políticos demócratas que pertenecen a este club mayormente republicano para que renuncien a su afiliación. Si ellos se van de ALEC, ésta no podrá seguir diciendo que es una organización no-partidaria.

Common Cause sostiene que ALEC ha abusado de su status de exención impositiva al hacer lobbying; en este sentido, el representante de Wisconsin Mark Pocan ha presentado un proyecto de ley para que la organización se registre como lobista en ese estado. Pero fundamentalmente, a medida que se acercan las elecciones de noviembre, el movimiento “Exit Alec” debe poner el acento en el daño causado por este grupo.

En los últimos dos años, treinta y cuatro estados han dado curso a proyectos de ley que apuntan a restringir el derecho a votar de unos 5 millones de ciudadanos; nueve han sancionado legislaciones de este tipo; y decenas de otros estados han eliminado la votación temprana o saboteado campañas de registración (tal es el caso, en Florida precisamente, de la League of Women Voter y de Rock the Vote). La más afectada por esta situación es la población negra, Latina, y otros grupos que tienden a votar por el partido Demócrata.

Es por esta razón que The Nation se ha unido a Colorlines.com. El objetivo de nuestra alianza es vigilar la marcha de estos procesos anti-democráticos y continuar haciendo campaña por la registración universal. La mejor manera de revertir el daño causado por ALEC es remplazar las leyes de supresión de votantes por otras que alienten la participación general, quitando el poder a los operadores de estas organizaciones para volver a depositarlo en las manos del pueblo.

Traducción al español por Claudio Iván Remeseira.

 

Disobey authoritarians, support The Nation

Over the past year you’ve read Nation writers like Elie Mystal, Kaveh Akbar, John Nichols, Joan Walsh, Bryce Covert, Dave Zirin, Jeet Heer, Michael T. Klare, Katha Pollitt, Amy Littlefield, Gregg Gonsalves, and Sasha Abramsky take on the Trump family’s corruption, set the record straight about Robert F. Kennedy Jr.’s catastrophic Make America Healthy Again movement, survey the fallout and human cost of the DOGE wrecking ball, anticipate the Supreme Court’s dangerous antidemocratic rulings, and amplify successful tactics of resistance on the streets and in Congress.

We publish these stories because when members of our communities are being abducted, household debt is climbing, and AI data centers are causing water and electricity shortages, we have a duty as journalists to do all we can to inform the public.

In 2026, our aim is to do more than ever before—but we need your support to make that happen. 

Through December 31, a generous donor will match all donations up to $75,000. That means that your contribution will be doubled, dollar for dollar. If we hit the full match, we’ll be starting 2026 with $150,000 to invest in the stories that impact real people’s lives—the kinds of stories that billionaire-owned, corporate-backed outlets aren’t covering. 

With your support, our team will publish major stories that the president and his allies won’t want you to read. We’ll cover the emerging military-tech industrial complex and matters of war, peace, and surveillance, as well as the affordability crisis, hunger, housing, healthcare, the environment, attacks on reproductive rights, and much more. At the same time, we’ll imagine alternatives to Trumpian rule and uplift efforts to create a better world, here and now. 

While your gift has twice the impact, I’m asking you to support The Nation with a donation today. You’ll empower the journalists, editors, and fact-checkers best equipped to hold this authoritarian administration to account. 

I hope you won’t miss this moment—donate to The Nation today.

Onward,

Katrina vanden Heuvel 

Editor and publisher, The Nation

Ad Policy
x